lunes, 28 de abril de 2014

Cuando Plutón se enamora








“Y tú que estás allí, ánima viva,
aléjate de estos que están muertos”

Inferno, Divina Comedia
Canto III

A la mayoría de los astrólogos, nos les parece bien, hablar de plutonianos, uranianos o neptunianos, de alguna manera asumen que la personalidad que genera Urano, Neptuno y Plutón se desliga por completo de eso, de la personalidad. Estos tres planetas se les llama colectivos y su función psicológica es desligarnos del “Self” y contactarnos con el todo.  Sin embargo, no puedo negar, que la influencia de estos planetas sobre nuestras luminares, o sobre nuestro regente solar, generan una cierta naturaleza. Yo soy plutoniano, mi Sol está en contacto con Plutón, igual consideraría a cualquier Escorpio plutoniano per se y en menor grado toda aquella persona con una Luna-Plutón, un Plutón en el ascendente o en el MC y claro una casa 8 protagónica.

Hablar de cómo nos enamoramos, es hablar de todos nuestros planetas, de cómo se activan cuando llega a nuestras vidas esa persona que nos hace sentir mariposas en el estómago. Sin embargo, la manifestación más notoria del enamoramiento, la otorgará ese planeta que lidera nuestra carta natal. Hoy dedicaré unas líneas a Plutón, a cuando Plutón se enamora.



El plutoniano vive en un mundo de oscuridad, incluso cuando lo niega, la luz pareciera molestarle,  quiere vivir inmerso en el anonimato, pero, su pulsación es fuerte y siempre parece que hay un enjambre pululando a su alrededor, en un principio, le incomoda, pero, sabe que como él, muchas veces no son más que  almas torturadas por una realidad que ya no se sostiene. La luz plutoniana ilumina tanto el mundo de los vivos como el de los muertos. En esa especie de Limbo, ve la vida pasar, y como el Hades mitológico, cuando sale al mundo exterior tratará siempre de usar una capa de invisibilidad, pero, su luz negra es transformadora y en la superficie es más evidente de lo que el mismo considera, siempre, el plutoniano termina lanzando esa granada (y no la fruta que también es plutoniana casualmente), ya sea con una palabra, una opinión o la acción disruptiva de su propia naturaleza. El paso a la superficie siempre es doloroso para este personaje, pero, el dolor, el sufrimiento, el sentimiento de autoexclusión y la tristeza sin límites, no le son ajenos, de hecho forman parte de él.

Este ser plutoniano es altamente sexual, este tipo de energía puede ser un don o una especie de tortura, nunca quiso tener ese “sex appeal vampírico” tan solo quería ser uno más, tan solo quería ser amado como cualquier otro, sin embargo, en algún punto de su vida, convierte el sexo en una moneda de trueque. Por un poco de compañía entregar su cuerpo le parece un buen precio a pagar, pero, su alma, esa siempre seguirá intacta en espera de la amalgama perfecta.

El plutoniano quisiera vivir solo en su pequeño Hades, alimentando a Can Cerbero, bañándose en las aguas del Estigia, olvidando sus penas, no quisiera más que hablar con Caronte y saber que nuevas almas han ingresado al Inframundo. Pero, el Amor, es más fuerte que todo ese deseo y en el fondo, el plutoniano solo quiere pertenecer, encontrarse con ese “significant other” que le haga morir y renacer a cada instante.

La ambigüedad es muy fuerte en él, se siente frágil mientras todos le ven fuerte y valeroso, desde la infancia ha lidiado con temas escabrosos y aunque los ha superado, teme involucrarse con los demás, porque se siente maldito, siente que solo trae a la vida de los demás la perdición. Desea en lo más profundo de su ser que alguien devore su alma con besos pasionales, que le haga volver a la vida, le haga sentirse hermoso y deseable y no esa “rara avis” que ha decidido creerse.

El plutoniano busca sin buscar, tiene poderes o más bien dones otorgado por el mismo Señor del Submundo, nadie lo engaña, si lo hace es porque él lo ha querido así, ha querido vivir esa experiencia. Ve lo invisible, la luz le molesta porque es hipersensible y ve las energías antes que las personas, algunos dicen que perciben el Aura, a mí particularmente, eso me consta. Pero, nunca admitirán esto, porque aunque conocen los secretos de todos, nadie conocerá nunca en la totalidad los suyos. En esa búsqueda que no es consciente, tarde o temprano, el plutoniano, se encuentra con alguien cuya Aura mezcla tonos de rosa, naranja y amarillo, es la emanación de la vida misma, y si hay algo que enamora a este ser, es la vida misma. Pues, para él, no hay nada más valioso que eso.

Cuando esto ocurre, el plutoniano, se siente acorralado. Ha querido creer toda su vida que busca el control, que es una bestia indómita que nadie le domesticará, pero, sabe que todo es una falacia que lo que más desea es comer directamente de la mano de su amo. No le interesa los roles, no piensa en femenino ni en masculino, solo le interesa la pertenencia, ser uno con el otro, sin importar, quien domina a quien, solo quiere la fusión, solo quiere eso. Sentirse realmente amado aunque solo sea un instante, aunque solo sea una vez, después todo puede acabar, el mundo colapsar, el cielo abrirse y escuchar las trompetas apocalípticas, que a él, eso le tendrá sin cuidado.

Sin embargo, si el plutoniano es correspondido, querrá más, cada día más, su núcleo energético es tan radiactivo como en la Tierra lo es el Plutonio, cuanto más se le da, más será capaz de entregar. Ese otro, el del aura reluciente de colores primaverales, alimentará la pasión del plutoniano y él a cambio será capaz de darle todo lo que ha soñado, no sabe, con certeza cómo lo hará, pero, no teme luchar para conseguirlo, no teme morir por esa causa, ha muerto por nimiedades, ¡Cómo no morirá por Amor!

El Amor nos transforma a todos, pero, su efecto es más notorio en el plutoniano. Lo que era oscuridad, (que nunca lo fue) se vislumbra como luz, lo que era miedo se convierte en seguridad, la tristeza en alegría y las conversaciones con los fantasmas que habitan el Hades son ahora solo recuerdos, porque ahora el señor Hades solo quiere vivir en función de su amado, de ese hombre que le ha hecho pensar que nunca estuvo muerto, que simplemente estuvo en espera… en espera de sentirse uno con él.




martes, 8 de abril de 2014

En Busca del Kouros perfecto



Claro, no lo negaré, en primera instancia Kouros puede hacer referencia a aquella fragancia masculina y fuerte creada por Yves Saint Laurent en los años ochenta, la primera fragancia que sentí en el cuerpo de otro hombre como yo. Sin embargo, la palabra Kouros designa a esas estatuas apolíneas que se encuentran en algunos museos, jóvenes gallardos, extremadamente muy bien cincelados, la imagen del joven atlético, del ideal masculino griego, y es precisamente de eso, lo que quisiera hablar hoy de ese hombre idealizado y perfecto al que de una u otra forma todos buscamos.


La astrología de ese hombre que te vuelve “loca”  que te hace perder la cabeza, que te deja sin aliento cuando te envía una foto por el whatsapp, suele decir que está relacionado con las combinaciones de Marte y Neptuno en tu carta natal, y claro, la ilusión, ese hombre que parece más un muñeco Ken, perfecto y por ende, sin ningún defecto tiene mucho de eso. ¿Pero, será eso lo correcto? Encontrarse con un hombre que llena a tu Marte o que te activa cualquier aspecto entre tu Marte y tu Neptuno natal.  Puede ser, no existe una fórmula mágica, una ecuación que te diga, ve, ese es tu hombre. Porque de todas formas la astrología no es estática, los planetas se mueven y nosotros cambiamos con ellos, el héroe que te rescató quizás termina hundiéndote en la rutina y de repente, te ves guiñándole el ojo, a un joven mancebo unos 10 años menor que tú.   La vida es irónica incluso muchas veces cruel, y la fantasía no se puede sostener durante tanto tiempo. El camino de Neptuno y Marte puede ser engañoso, por eso, si quieres luz y claridad, mejor síguele la pista a tu propio sol y si quieres algo más concreto y duradero, no sea más que un reflejo de tu propio Saturno natal.

Cuando conocí a Javier (nombre ficticio) ambos veníamos pasando por una situación disruptiva con nuestros padres, su caso, era más extremo, el suyo había muerto ahogado apenas unos meses atrás y su madre regresó a su país de origen, mi país. Lo mío, era en cambio, puro caprichoso, mi padre de repente parecía no entender mi adolescencia y eso a mí me dolía más que ver como de vez en cuando me parecían espinillas en la cara. Javier y yo teníamos un asunto Sol-Saturno por resolver, y aunque él me llevaba un par de años, de repente nos hicimos inseparables. Javier era un chico sofisticado y a la vez rudo y atlético, siempre olía muy bien, siempre olía a ese perfume ya mencionado. Al tiempo, éramos pareja sin serlo, a la vez, éramos amigos que teníamos sexo, éramos amigos que teníamos celos de los otros posibles amigos en común, éramos una especie de dúo y no entendíamos muy bien que éramos pareja, es más nunca lo mencionó, excepto el día, años después, en el que me propuso irme de regreso a su país de origen.

Javier fue sin duda, ese primer hombre que deja su impronta, ese chico que de alguna manera termina convirtiéndose en un fantasma al cual no quieres del todo abandonar. Yo, con él me sentía yo, era como si todos los planetas de mi carta natal hubiesen desaparecido y yo solo era el Sol, era lo que se suponía debía ser. Javier activa mi Sol, porque era de mi mismo signo, y además poseíamos lunas ahí también, claro, en su caso, si estaba más en conjunción. Yo, proyectaba en él, algo que me incomodaba de mi propio Sol y dejaba por completo que él lo asumiera. Javier también tenía ese componente Marte-Neptuno del que hablábamos, su Marte en conjunción con Venus y Saturno se oponían a Neptuno, claro, esto activaba también mi oposición Marte-Neptuno, vivíamos un poco en un juego, en una especie de oasis, no pensábamos en el futuro no nos importaba, nos alimentábamos de besos y caricias y para mí ese era el mejor alimento, el mundo podía acabar y a mí eso me tenía sin cuidado. Yo no lo entendí en aquel entonces, pero, yo a él, le sostenía toda aquella oposición mi Sol estaba en sextil con su Marte-Saturno-Venus y en trígono con su Neptuno, le daba luminosidad, confianza a expresar sus fantasías, a todo le decía sí. Pero, Javier se fue, ese primer Kouros se marchó, aunque su fragancia no se ha disipado del todo, he tenido que lidiar con ello.
 
Las relaciones a veces no son más que un efecto espejo
Mi segundo Kouros, no era de mí mismo signo, pero, era de un signo muy a fin, uno al que tenía en aquel momento como mi favorito. Me volvió loco desde el día cero, le besaba sin parar, yo ya era un adulto, y entendía que estaba con alguien que terminaría siendo mi pareja. Su Neptuno natal no tenía esa oposición con su Marte, pero, sí con su Venus, y yo, me decía me “querrá para siempre” Su Sol natal estaba en cuadratura con su Saturno natal, un aspecto que lo tengo yo mismo, pero, del cual nunca he prestado mucha atención, mi Sol tiene otros aspectos más partiles y más de mi agrado para tirar hacia ese viejo ermitaño. Por supuesto, el trabajo de proyección empezó, el me daba fuertes raciones de un aspecto que yo no quería enfrentar de mi propio Sol y de tanto darle y darle, pues terminé asumiéndolo, así que en esta búsqueda de ese hombre ideal, puede que al final lo que encuentras no sea más que una imagen de aspectos de tu personalidad con los que necesitas trabajar. Con uno aprendí a conocer a mi Sol y Luna, con el segundo, mi propio Sol-Saturno, y de ahí, quizás me pregunto: ¿Si existiera un tercero? ¿Que aprenderé o ya seré lo suficientemente yo, como para no tener que aprender, si ese tercero será lo suficientemente él para no tener que aprender de mi un aspecto no integrado de su personalidad?

Por eso, toda este discurso anecdótico, solo haya sido un medio para decirte que antes de mirar que tienen los demás para ofrecer, mira tu interior pues quizás tú mismo aún no te has dado todo lo que puedes darte. Conocerte a ti mismo, es el primer paso para que te encuentres ese Kouros  y así terminar de una vez con ese efecto reflejo en el que tu pareja parece sostenerte un espejo que mires quien eres en realidad a través de él.