miércoles, 14 de agosto de 2013

Poseidón y Pélope o Cuando el Mar Te Enamora




Sin dudarlo siquiera por un momento cada vez que estoy frente a una carta astral, y me preguntan acerca del Amor, mi mirada va directamente hacia ese punto del rádix en el que se localiza Neptuno, si el planeta de lo irreal, de los sueños, de la fusión con el todo, es para mí uno de los favoritos en esto de los temas amorosos, porque él siempre tiene mucho que contarme.

El Amor es bastante complejo y este planeta con toda su simbología lo es también. ¿Cómo actúa Neptuno entonces cuando eres un hombre cuya búsqueda del afecto, cariño y amor es siempre en otro hombre? Sí, ¿Cómo actúa Neptuno en una natividad gay?

Para entenderlo, para tener un acercamiento a esa energía neptuniana, te contaré una historia, una historia de amor, de esas que a mí tanto me gusta, claro, una historia que muchos no conocerán porque como sabemos ser gay, ha sido y será aún para muchos un tema vedado. Son otros tiempos, es cierto, pero, aún debemos muchas veces permanecer al margen, y con esto no pido comprensión a mi decisión de amar a otro hombre, simplemente, pido respeto y libertad para hacerlo. Sí, hoy quiero contarte la historia de Poseidón y Pélope.

Como toda historia neptuniana tiende a tener momentos caóticos y desconcertantes y es precisamente así como inicia esta historia.

El rey Tántalo era el padre de Pélope, él era el rey de Sípilo, la primera ciudad construida por el hombre. Tántalo era también amigo muy cercano a Zeus, por eso, en una ocasión quiso hacer una ofrenda magnífica a los Dioses del Olimpo, los invitó a cenar, pero, el rey Tántalo sirvió como cena la carne de Pélope, su hijo a quien había descuartizado unas horas antes. Ninguno de los dioses probó bocado durante esa cena, excepto, Demeter que en ese momento seguía sufriendo por la pérdida de su querida hija Perséfone y sin prestar atención se comió el hombro de Pélope, el hombro era para los antiguos griegos el corte más preciado. Por supuesto, Zeus y el resto de los dioses se enteraron del engaño, el Dios del Rayo mató a Tántalo con sus propias manos y envío su alma al Tártaro la parte más abismal del mismo Hades, ahí Tántalo sufriera por toda la eternidad de un hambre y una sed atroz, él por su acto infame estaría rodeado de los mejores manjares pero ninguno estaría a su alcance.

En cuanto al joven Pélope, Zeus luego de castigar a Tántalo se dedicó a devolverle la vida al bellísmo princípe. Zeus ordenó a Hermes recuperar todos los miembros descuartizados del doncel, una vez Hermes cumplió la tarea, Zeus los devolvió al caldero y con su poder unio todas las partes con respecto al hombro, fue la misma Demeter quien le reemplazó por uno hecho del más puro y hermoso marfil, hombro por cierto hecho por Hefesto. Rea la madre de todos los dioses sopló de nuevo la vida en Pélope y él volvió a nacer.

Al renacer Pélope, Poseidón quedó prendado de su belleza, el hermoso príncipe ante los ojos del dios del mar, lucía espectacular con su hombro de marfil, su mirada era hipnótica, su blanca sonrisa cautivadora y su cuerpo parecía esculpido con el mejor de los cinceles. Pélope era hermoso antes de su resurrección, pero después de ella era exquisito, y Poseidón no podía dejar pasar esa oportunidad. Así que decidió conquistar el corazón de el efebo de hombro de marfil y lo terminó llevando al Olimpo, ahí lo hizo su amante y le enseñó cómo conducir su carro divino.

La felicidad de la pareja no fue para siempre pues en un momento determinado Zeus expulsó a Pélope del Olimpo, en parte por la presión de los otros dioses que no querían tener a ningún decendiente de Tántalo en su hogar.

Poseidón lloró la ausencia de su amado, el mar se enfureció y la pezca era casi imposible. Sin embargo, algún tiempo después, el dios del Mar aceptó y bendijo a Pélope, entendió que su vida debía continuar entre los demás humanos.

Sí así son muchas veces los amores neptunianos, Poseidón te hace enamorarte de un bello hombre cuyas piezas parecen inconexas que no tiene ni pies ni cabeza, el amor que sientes por él es tan grande, que es capar de unir todas esas piezas, que con ese poder, el del Amor Neptuniano, le vuelves a la vida, tu hombre es tuyo, te ama, como nadie nunca lo ha hecho, pero, de repente, luego de haber compartido con él tanto, sabes que ha llegado el momento de la partida, que todo acabó y no necesariamente porque algo grave pasó sino porque los demás han influido, porque después de todo el Mar es impredecible y lo que trajo una ola te lo puede arrebatar otra.

Por eso, cuando Neptuno te enamora, lo único que puedes hacer es perderte en él, y alucinar mirar con tu chico, con ese arrebatador hombre, las olas ir y venir y mientras llega esa  "la no tan esperada", mientras tanto sólo vive el momento, y vivelo como se debe vivir todo aspecto neptuniano, como si fuera un sueño que nunca acabará.






3 comentarios:

  1. Hermosa historia, dulce y triste como suele ser el amor...

    ResponderBorrar
  2. me encanto esta historia, tan bella como toda la mitologia griega.

    ResponderBorrar
  3. Una vez más la Mitologia nos refleja, como Campbell lo explica en sus libros... Nos sirve de estudio para profundizar en las conductas humanas. Gracias por compartir tu blog.

    ResponderBorrar