Sin dudarlo siquiera por
un momento cada vez que estoy frente a una carta astral, y me
preguntan acerca del Amor, mi mirada va directamente hacia ese punto
del rádix en el que se localiza Neptuno, si el planeta de lo irreal,
de los sueños, de la fusión con el todo, es para mí uno de los
favoritos en esto de los temas amorosos, porque él siempre tiene
mucho que contarme.
El Amor es bastante
complejo y este planeta con toda su simbología lo es también.
¿Cómo actúa Neptuno entonces cuando eres un hombre cuya búsqueda
del afecto, cariño y amor es siempre en otro hombre? Sí, ¿Cómo
actúa Neptuno en una natividad gay?
Para entenderlo, para
tener un acercamiento a esa energía neptuniana, te contaré una
historia, una historia de amor, de esas que a mí tanto me gusta,
claro, una historia que muchos no conocerán porque como sabemos ser
gay, ha sido y será aún para muchos un tema vedado. Son otros
tiempos, es cierto, pero, aún debemos muchas veces permanecer al
margen, y con esto no pido comprensión a mi decisión de amar a otro
hombre, simplemente, pido respeto y libertad para hacerlo. Sí, hoy
quiero contarte la historia de Poseidón y Pélope.
Como toda historia
neptuniana tiende a tener momentos caóticos y desconcertantes y es
precisamente así como inicia esta historia.
El rey Tántalo era el
padre de Pélope, él era el rey de Sípilo, la primera ciudad
construida por el hombre. Tántalo era también amigo muy cercano a
Zeus, por eso, en una ocasión quiso hacer una ofrenda magnífica a
los Dioses del Olimpo, los invitó a cenar, pero, el rey Tántalo
sirvió como cena la carne de Pélope, su hijo a quien había
descuartizado unas horas antes. Ninguno de los dioses probó bocado
durante esa cena, excepto, Demeter que en ese momento seguía
sufriendo por la pérdida de su querida hija Perséfone y sin prestar
atención se comió el hombro de Pélope, el hombro era para los
antiguos griegos el corte más preciado. Por supuesto, Zeus y el
resto de los dioses se enteraron del engaño, el Dios del Rayo mató a
Tántalo con sus propias manos y envío su alma al Tártaro la parte
más abismal del mismo Hades, ahí Tántalo sufriera por toda la
eternidad de un hambre y una sed atroz, él por su acto infame
estaría rodeado de los mejores manjares pero ninguno estaría a su
alcance.
En cuanto al joven Pélope,
Zeus luego de castigar a Tántalo se dedicó a devolverle la vida al
bellísmo princípe. Zeus ordenó a Hermes recuperar todos los
miembros descuartizados del doncel, una vez Hermes cumplió la tarea,
Zeus los devolvió al caldero y con su poder unio todas las partes
con respecto al hombro, fue la misma Demeter quien le reemplazó por
uno hecho del más puro y hermoso marfil, hombro por cierto hecho por
Hefesto. Rea la madre de todos los dioses sopló de nuevo la vida en
Pélope y él volvió a nacer.
Al renacer Pélope,
Poseidón quedó prendado de su belleza, el hermoso príncipe ante
los ojos del dios del mar, lucía espectacular con su hombro de
marfil, su mirada era hipnótica, su blanca sonrisa cautivadora y su
cuerpo parecía esculpido con el mejor de los cinceles. Pélope era
hermoso antes de su resurrección, pero después de ella era
exquisito, y Poseidón no podía dejar pasar esa oportunidad. Así
que decidió conquistar el corazón de el efebo de hombro de marfil
y lo terminó llevando al Olimpo, ahí lo hizo su amante y le enseñó
cómo conducir su carro divino.
La felicidad de la pareja
no fue para siempre pues en un momento determinado Zeus expulsó a
Pélope del Olimpo, en parte por la presión de los otros dioses que
no querían tener a ningún decendiente de Tántalo en su hogar.
Poseidón lloró la
ausencia de su amado, el mar se enfureció y la pezca era casi
imposible. Sin embargo, algún tiempo después, el dios del Mar
aceptó y bendijo a Pélope, entendió que su vida debía continuar
entre los demás humanos.
Sí así son muchas veces
los amores neptunianos, Poseidón te hace enamorarte de un bello
hombre cuyas piezas parecen inconexas que no tiene ni pies ni cabeza,
el amor que sientes por él es tan grande, que es capar de unir todas
esas piezas, que con ese poder, el del Amor Neptuniano, le vuelves a
la vida, tu hombre es tuyo, te ama, como nadie nunca lo ha hecho,
pero, de repente, luego de haber compartido con él tanto, sabes que ha llegado el momento de la partida, que todo acabó y no necesariamente porque
algo grave pasó sino porque los demás han influido, porque después
de todo el Mar es impredecible y lo que trajo una ola te lo puede
arrebatar otra.
Por eso, cuando Neptuno te
enamora, lo único que puedes hacer es perderte en él, y alucinar
mirar con tu chico, con ese arrebatador hombre, las olas ir y venir y
mientras llega esa "la no tan esperada", mientras tanto sólo vive el momento, y
vivelo como se debe vivir todo aspecto neptuniano, como si fuera un
sueño que nunca acabará.
me encanto esta historia, tan bella como toda la mitologia griega.
ResponderBorrarUna vez más la Mitologia nos refleja, como Campbell lo explica en sus libros... Nos sirve de estudio para profundizar en las conductas humanas. Gracias por compartir tu blog.
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